Una piel de buena calidad es aquella que refleja salud, equilibrio y vitalidad. Se caracteriza por:
-Hidratación adecuada: con una barrera protectora fuerte que evita la pérdida de agua y la mantiene suave y flexible
-Textura uniforme:
sin irregularidades notorias ni poros excesivamente visibles.
-Tono regular: luce homogénea, sin manchas pronunciadas ni rojeces que
alteren su apariencia.
-Luminosidad es un signo clave: una piel sana refleja la luz de manera natural, sin verse apagada o fatigada.
El paso del tiempo, la exposición al sol y factores como el estrés o la contaminación pueden afectar su calidad, generando deshidratación, pérdida
de firmeza y signos de envejecimiento prematuro.